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Objetivismo

La primera etapa del comienza en 1902, con ·Glosas, y termina en 1914, con Meditaciones del Quijote.

Según Ortega, son dos las tendencias que alejan a España de Europa: por un lado, se prefiere hacer poesía que ciencia, y, por otro lado, aquella según la cual se tiende a discutir acerca de temas ligeros. Para corregir ambas tendencias, Ortega propuso la disciplina del objetivismo, pues en su opinión, para superar el atraso en que estaba sumido el país, era necesario que las actitudes intelectuales europeas acabaran enraizándose en España. Era la ciencia la que diferenciaba a Europa del resto del mundo.

 

Para hacer ciencia, resulta necesario, como descubrió Descartes, establecer un método. Pero es igualmente necesario tener una actitud crítica, rigor, ya que no basta con tener “buena intención. El tercer “ingrediente” necesario para encauzar la disciplina intelectual es el racionalismo. España carecía de todo eso.

 

Ortega emprendió el mismo camino recorrido por sus maestros de Marburgo , especialmente, Natorp y Cohen-, que buscaron unas bases gnoseológicas suficientemente consistentes para explicar el proceso cognitivo. La escuela de Marburgo adoptó como modelo la física matemática, que es la ciencia más rigurosa y más seria. En opinión de Ortega, los tipos de condiciones formales de la física matemática imponen tanto a la ciencia como a la filosofía una necesidad aclaratoria esencial.

 

Para Ortega, el mensaje fundamental de los neokantianos fue que había que "ir a las cosas mismas". Las actitudes subjetivas, las conclusiones conformadas a partir de nuestras opiniones, jamás proporcionarán a la ciencia el rigor que le es preciso.

Para ello, es imprescindible tomar distancia respecto de las cosas, considerar las cosas de manera objetiva: las cosas deben convenirse en objetos privilegiados de nuestra actividad teórica; debemos observarlas desde el páramo de la abstracción.

Masa y elite

La sociedades crean Estados para poder vivir mejor. Para que una nación sea suficientemente poderosa, es preciso que una minoría bien elegida organice a toda una masa de gente.

 

Asimismo, en la sociedad se imponen los individuos notables, bajo los cuales se concentra la masa. Ahora bien, conviene no confundir los conceptos de elite y de masa con los de ricos y pobres. La elite ha de poseer la virtud de la excelencia y, por tanto, ser modélica; la masa, en cambio, aun anhelando llegar a ese estado de excelencia, debe mostrarse dócil y obediente. Cuando la masa deja de querer serlo y cuando cada uno de sus miembros, dejándose llevar por la envidia, ambiciona arrebatar el poder a quienes están por encima de ellos, la sociedad, irremediablemente, acaba por destruirse.

 

 En consecuencia, la sociedad ha de ser sociedad antes de ser justa, para lo cual es necesario que la masa sea mas. Ahora bien, en España cuando aparece alguien con un nivel intelectual superior al normal. en lugar de admirarlo, se lo tacha de soberbio, aduciendo que hace sobresalir la ignorancia del resto de la población. Por ello Ortega se mostró contrario a la democracia de su época.

Perspectivismo

"Yo soy yo y mi circunstancia, y si no la salvo a ella no me salvo yo.

Ortega y Gasset; Meditaciones del Quijote.

Esas circunstancias, siendo tan próximas a nosotros, ejercen una gran influencia. El poeta Bitoriano Gandiaga expresó bellísimamente en euskera el aforismo orteguiano Yo soy yo y mi circunstancia, cuando escribió: Naizen naizenean natza.

 

Aquél que observa la realidad lo hace desde su punto de vista. El punto de vista o la perspectiva de cada uno resulta, pues, el componente fundamental de toda realidad, siendo imposible determinar que un punto de vista sea superior a otro. Por consiguiente, la teoría del perspectivismo reivindica la pluralidad de las perspectivas para interpretar la realidad. En consecuencia, la verdad absoluta, es decir, una visión total de la realidad no será sino la combinación organizada de todas las imágenes que se tengan de ella.

 

Ortega subraya la relevancia de aceptar los puntos de vista ajenos: las imágenes que se forman otras personas tienen el mismo derecho a la existencia que puedan tener las mías, no porque sean perfectas, sino porque siendo distintas, vienen a complementar las mías.

 

En último término, según la doctrina perspectivista, la realidad no puede ser interpretada en el ámbito de la distinción excluyente entre sujeto y objeto, en la oposición cerril entre el yo y el no-yo. En efecto, frente al idealismo -que resalta la supremacía del yo sobre las cosas- y frente al realismo -que remarca que las cosas tienen una esencia propia más allá del yo-, Ortega propuso la alternativa epistemológica consistente en unificar el yo y las cosas: el yo da vida a las cosas. Así, la percepción de la realidad se basa fundamentalmente en asociaciones o combinaciones de cosas. Debemos abandonar todo intento por afirmar la verdad (la de cada uno), de modo que podamos compartir las perspectivas de otras personas.

 

Raciovitalismo

Como consecuencia del desarrollo del perspectivismo, Ortega creó la doctrina raciovitalista. En El tema de Nuestro tiempo (1923),  reflexiona sobre los dos polos radicales en que se sitúa el ser humano: la vida y la razón.

Ortega toma de la etapa perspectivista lo que considera más valioso: la perspectiva vital y la perspectiva racional. La primera es la realidad dada; la segunda se corresponde con el intento por comprender aquella realidad. Las dos perspectivas tienen características comunes: por un lado, su esencial radicalidad, y. por otro lado, el servir de base para cualquier otra perspectiva. La vital es una perspectiva esencialmente radical, porque se refiere a la raíz misma de la vida, en tanto que la racional es igualmente radical,  porque ofrece la forma que permite al ser humano conocer las raíces de la vida.

Es la propia reflexión racional la que establece los límites de la razón. Por consiguiente, Ortega no es contrario a la razón, puesto que, asegura, toda crítica ha de ser necesariamente racional, Criticó los excesos de la razón. Del mismo modo, tampoco criticó la vida, sino la visión reductora que ofrece el vitalismo de la vida.

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