

Por Guillermo Ander Dorronsoro 2A 8
Apuntes filosóficos
Crítica al vitalismo, la realidad radical
Según Ortega, su crítica al vitalismo viene dada por la ambigüedad del propio término, ya que puede referirse a ciertas tendencias filosóficas. En este caso, el término engloba a tres corrientes distintas:
- Teoría del conocimiento según el cual los procesos biológicos regidos por leyes orgánicas son generales. Así, la filosofía no sería sino una parte de la biología.
- Teoría que postula que el modo de conocimiento más importante no es el racional, aduciendo para ello que nuestra relación respecto de la realidad es mucho más inmediata e intuitiva.
- Teoría que defiende que el conocimiento siempre tiene carácter racional, cuyo objeto de investigación sería la propia vida. Según este punto de vista, los problemas sobre las relaciones entre la razón y la vida conforman el meollo fundamental de la filosofía.
Ortega aceptaba exclusivamente la tercera de esas tres tendencias, si bien la filosofía vitalista basada en la doctrina de Ortega reconoce la primacía de la vida, tampoco se desdeñan los éxitos debidos a la razón.
La realidad radical
Según Ortega, «la realidad radical» es aquella realmente, absolutamente total y esencial. en cuya base se sostienen el resto de los planos de la realidad; sirve, pues. de fundamento para todas las demás.
La vida humana es un constante actuar. La condición humana es natural y supranatural al mismo tiempo. El componente natural del ser humano se constituye por sí mismo, pero no es lo que distingue al ser humano. Su característica principal es supranatural: el hombre está obligado a llenar de contenido la vida desnuda que se le ha dado, de tal modo que ha de elegir necesariamente un proyecto vital, un programa. Eso es justamente lo que el ser humano siente como más íntimamente suyo, su verdadero ser, su yo.
En consecuencia, la vida humana consiste en cumplir -concretar, realizar- el proyecto que, decide emprender cada uno. La vida no es ni contemplación ni pensamiento ni teoría. Primero se impone el actuar, y luego, el reflexionar. Según Ortega, la vida es la suma del yo y de las circunstancias.
El Yo
La naturaleza humana consiste, pues, en ser aquello que todavía no se es (pero que se anhela ser), en el ensayo para llegar a ser algo. Cada ser humano es la causa de sí mismo, porque debe decidir qué quiere llegar a ser. El ser humano es libertad pura, no teniendo, por tanto, una identidad definitiva.
Elija lo que elija, el ser humano ha de justificar necesariamente su elección. Si se mantiene fiel a su decisión, entonces será autor de una vida real o auténtica; de lo contrario, tendrá que cargar con una vida sin sentido.
En consecuencia, la verdadera naturaleza humana no se asemeja a la del resto de los seres. La naturaleza humana no es ni cuerpo ni alma, que forman parte de la circunstancia del ser humano.
Tampoco puede afirmarse que la naturaleza humana consista en su pasado, que complementa al presente, y cuyo emisor fundamental es la sociedad. También las creencias en las que vive el ser humano vienen dadas por el pasado. Las creencias que vivifican al ser humano coinciden asimismo con el pasado y sustentan su vida: es ahí justamente donde el ser humano debe realizar su capacidad de elección y optar entre las posibilidades que se le ofrecen.
Según esta doctrina orteguiana, la vida y el pensamiento son perfectamente complementarios, parecidos entre sí: el pensamiento es progreso hacia sí mismo, movimiento en perpetua renovación que no acaba ni tan siquiera cuando alcanza su objetivo, puesto que se obtiene en tanto que capacidad que es preciso renovar constantemente. También la vida tiene esa misma naturaleza. La vida y el individuo, en constante devenir, se basan en un hacerse constantemente .
La circunstancia
Ortega denomina con el término circunstancia aquel espacio antropológico en que se desarrolla la vida humana. es decir, todo aquello que no sea el yo, o sea, el mundo físico circundante, la cultura, la historia, la sociedad . También son circunstancias el cuerpo y la mente, las facultades mentales y las habilidades físicas, los perfiles psicológicos y la personalidad. La circunstancia es, pues, el conjunto de las facilidades y de los obstáculos con que se las ve nuestro proyecto existencial.
No podemos elegir nuestra circunstancia, ni diseñarla de antemano; nos hallamos inmersos en ella. No podemos, en efecto, elegir en qué época histórica nacer, ni en qué cultura o sociedad vivir, ni mucho menos qué cuerpo o qué rasgos psicológicos tener.
La circunstancia está compuesta por los contenidos de nuestras creencias, ésas que conforman nuestra realidad verdadera. Sin embargo, términos como naturaleza, mundo o circunstancia no son sino interpretaciones de aquello primero que el ser humano encuentra en su vida. Las creencias en que nos encontramos (como explicaremos más adelante, estamos en nuestras creencias; no las tenemos, sino que ellas nos tienen a nosotros), aunque nos parezcan absolutamente reales, no son de hecho la realidad primera, puesto que no son anteriores a la vida misma.
Interacción entre el yo y la circunstancia.
Superación de la antinomia realismo-idealismo
La visión según la cual Ortega atribuye a la vida del individuo -a saber, aquella vida en que interactúan el yo y la circunstancia- una realidad radical, busca superar la dicotomía establecida entre el realismo y el idealismo.
Según el realismo, las cosas conforman la realidad primera; para el idealismo, en cambio, la realidad substancial es el yo. El punto de partida de la filosofía orteguiana, sin embargo, no son ni las cosas ni el yo, sino la interacción entre ambas: ni el yo ni las cosas tienen realidad fuera de la vida. Cuando pensamos en algo, existen de hecho dos cosas: eso que pensamos y aquél que piensa.