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Dualismo epistemológico

El verdadero conocimiento solo es alcanzable a través de la razón, pues el objetivo de esta es la idea universal en sí, no cosas en las que la idea esté presente. En este camino al conocimiento, se distinguen tres fases:

Nivel de la ignorancia. El que se cree conocedor de la auténtica sabiduría, los sofistas

Nivel de los sentidos. Se basa en la información proporcionada por los sentidos, es intermedio ya que sólo son opiniones derivadas del mundo sensible

Nivel de la razón. Aquí se llega mediante una profunda investigación de la razón, la única que recibe el nombre de "cono-cimiento", pues da como resultado la ciencia

            La estupidez no es consecuencia de la ignoracia, si no de debilidad, pues el conocimiento requiere esfuerzo, la ignorancia consiste en una falsa presunción de sabiduría. En todo caso, es imposible actuar mal voluntariamente, es decir, no podemos actuar mal si somos conscientes de que estamos actuando mal.

           El conocimiento no puede enseñarse, ya que es consecuencia de una actitud indivudual, unida a la noción de areté (capacidad, virtud). De todas formas, el aprendizaje de ciertas técnicas es inconmensurable, sin embargo, no se puede enseñar la virtud, pues es una capacidad innata. Los padres difícilmente pueden enseñar su pericia a sus propios hijos, por tanto, si montas un negocio familiar es poco probable que dure muchas generaciones.

             El conocimiento filosófico no se parece a otros tipos de conocimiento, pues la filosofía es la única disciplina cuyo conocimiento es interminable.

Dialéctica y la alegoría de la caverna

               El proceso de aprendizaje hacia la sabiduría es denominado dialéctica, cuyo objeto de estudio es la idea suprema, el Bien. El primer paso es llegar a las ideas científicas, para ello, hay que desechar todas las falsas hipótesis (opiniones) hasta llegar a conceptos inmutables, la ciencia. Cuando alguien profundiza hasta llegar a el Bien, el filósofo está preparado para gobernar la ciudad

               En la alegoría de la caverna Platón explica cómo vivimos viendo sobras (opiniones), los que consiguen escapar de la caverna son cegados por el Sol, y han de ir acostumbrandose a la luz (educación) hasta que llegará a ver las cosas en sí (las ideas)

El amor

Pese a que el intelecto es necesario, no basta para alcanzar el conocimiento, pues hay que vincularlo con el objeto de conocimiento, ¿Cómo?, con amor. El amor es aquello que nos impulsa, el amor platónico es un amor que nos empuja a la felicidad, a aquello que carecemos, a la bellaza y a la sabiduría. Para esto, es necesario también reconocer la propia ignorancia.

Conocer es recordar

Los sofistas negaban que se pudiera llegar al conocimiento, pues, aunque lo vieramos, no seríamos capaces de distinguirlo de las demás cosas. Para afrontar esto, Platón  postula que el alma ya conoce de por sí, pero que ha olvidado. Por tanto, CONOCER ES RECORDAR cosas que el alma ya sabía, y la educación consistiría en hacer mirar al alma en la dirección correcta. 

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